Desvariando con: Roberto Arlt

“Hay algo en el público que quería ser protagonista. Eso es una pregunta también ¿Por qué querés ser tan protagonista? Si, considero que es un error. A Veces el público adopta una actitud participativa tan fuerte. No porque no tenga que participar sino porque en algún punto son el show (…) tiene que haber un lugar donde estén mirando”.- Gustavo Cerati en una entrevista.

Acá se puede ver una de los grandes interrogantes del arte, ¿Qué es arte? ¿Cuál es el lugar del que lo produce? y, aún más ligado a la clase, ¿Cuál es el límite entre la ficción y la realidad, si es que lo hay? Cerati pone en discusión que el público formara parte esencial del producto artístico, que fueran el contenido, que sean material para crear arte.  Finalmente artista y público, el artista y lo popular se fusionan. En este sentido, la literatura se ha discutido si el arte, lo bello, pudiera estar entre lo más común, entre nosotros. Algo de esto va a plantear Roberto Arlt. Él va a ser uno de los que planteen por qué lo popular puede transformarse en algo estético en la Argentina de los años ´30-´40, así que es una discusión de larga data. El tipo se le ocurrió hacerle frente a muchos intelectuales de la época, precisamente, porque en esos años mientras escribía sus Aguafuertes porteñas (un libro un tanto polémico, más que nada para los grupos literarios del momento, no tanto para el público que leía esas notas que salían en el diario), entonces, mientras escribía las Aguafuertes la idea que se tenía de literatura era bastante diferente a cómo él la pensaba. La otra, se trataba de una literatura más elitista, más “culta”, que se fijaba en temas más trascendentales, donde se hacía más hincapié en el cómo estaba escrito y no tanto en el qué se está diciendo. Claro ejemplo sería lo que producía la escuela de Florida, una de esas casas literarias (la otra, muy conocida, es la escuela de Boedo) en donde se reunían intelectuales, en este caso, a escribir muy finamente de temas universales, lo resumo así: la perfección estilística y el buen uso del idioma. Para mayor síntesis: Borges. Arlt, en cambio, creía que la literatura debía servir para algo, que no eran solo palabras bonitas. Para él no era simple entretenimiento sino que podía ser una herramienta para denunciar lo que sucedía en la marginalidad. Y ese es uno de los grandes temas de Arlt, la marginalidad, fue marginal en el sentido que sus Aguafuertes a pesar de que salían en el diario y que él se considerara cronista, estaba muy alejado de una nota periodística común y corriente. Sino que podía mutar, pasaba del ensayo a algo que parecía un cuento. Es decir, ficcionalizaba lo que veía por las calles, no las presentaba como cualquier noticia periodística. Otras de las cuestiones era, y que le valió muchas críticas, que también era “marginal” en cuanto al lenguaje. A principios de siglos, había en el país una fuerte búsqueda de lo “puro”, lo que era nacional, todo para crear un sentimiento patriótico y formar la nación. Sin embargo, a Arlt le importó muy poco esto y escribió sus Aguafuertes mezclando el español más “correcto” con el lunfardo. El lunfardo era estas palabras que se habían incorporado en el habla popular cuando llegan miles de inmigrantes al país. Esto hace que todo el esfuerzo que se había mandado Sarmiento, a principios del siglo anterior, para llegar a esa lengua única y bella, se empezó a complicar. Si la escuela estaba pensada para “formar la nación” y unificarnos culturalmente, también significaba borrar las diferencias, para llegar así a ese ideal europeo y domesticar la barbarie. Como decía, en la campaña inmigratoria del ´30 las cosas no se dieron como se esperaban porque la gente que vino de Europa (italianos, españoles) no eran de lo que más moralmente se aceptaba: traían otras costumbres, otro lenguaje, que se terminó mezclando con lo que ya había en Argentina. Esto, obviamente, también chocaba con esta de progreso que surgía, porque nos habíamos desarrollado tecnológicamente. Lo cuestionable era que a la par de esas “ciudad de las luces” se habían creado zonas marginales resignadas por la miseria y la desesperanza. Desesperanza porque esta gente que vino por la promesa del progreso no la vio. El progreso se instaló pero pasó de largo para todo un sector. Entonces, ahí tenés gente pobre, que trabaja por migajas y que al mismo tiempo sufren una colonización cultural. Es decir, si están todo el tiempo diciéndote que lo que aprendiste de tu lengua materna está mal, que es incorrecto, inculto, que sos un “burro” (bueno, basicamente, también como ahora) más vale que te va a producir una crisis interna. Obviamente también ejercieron resistencia a que su cultura se cambiase, pero cuánto podrías resistir si supieras que cambiar de cultura, amoldarte, te diera más beneficios. Porque también esto se trata de perder tu identidad, quién sos. Es en este contexto cobra sentido El juguete rabioso. Una imagen poderosa que nos devela algo que está contenido, resentido de la vida, y que es infantil. Un niño al que se le ha prometido todo y no le han dado nada, se lo han arrebatado. Un típico personaje Arltiano, hastiado de la vida, absorbido por la lógica del sistema. 

Es de esto lo que se aprovecha Arlt, por así decir. Se apropia del arrabal, su cultura, sus problemas, sus sentimientos, para crear las Aguafuertes. Digamos que la hizo bien, vio un espacio vacío y se metió, nadie en el país  (digo nadie solo porque si hay algo más marginal que la marginalidad es el grupo de Boedo, que no son tan mainstream) nadie escribía sobre esta realidad y mucho menos lo hacía literatura. Dejó atrás lo que se consideraba “alta cultura” e hizo de la marginalidad un arte. Pudo haber hecho lo que otros ya hacían y no destacar demasiado, ser uno más del montón, o hacer algo nuevo. Sin embargo, le costó ser aceptado como uno más del mundillo literario, no es que hizo una revolución instantánea y se transformó en héroe de los pobres o el héroe de lo “vulgar”. Es recién durante la década de los ’50 cuando unos estudiantes de la Facultad de filosofía y letras hacen una relectura del canon argentino confeccionado por Ricardo Rojas (Él es el que pone a El Martín  Fierro en la cúspide de nuestra literatura) en la revista Contorno. Los hermanos Viñas, David e Ismael, eliminan y agregan en esa revisión al canon múltiples obras. He aquí el por qué Roberto Arlt es Roberto Arlt. En un mundillo purista, clasificador y careta, entra en la escena literaria, Señores y Señoras, Roberto Arlt: el inclasificable, el salido del barro que le discute a los «enchaquetados».

Al fin y al cabo, lo que hizo es observar la realidad y transformarlo en material para sus notas, con una escritura bastante sarcástica, desfachatada, por momento parece que se les está riendo; sin embargo, sí había un cierto compromiso de su parte para con la sociedad, no lo niego. Pero, principalmente, fue su estrategia, un narrador empático y convertido en un personaje más, lo que le valió para ingresar al “sagrado” canon de la literatura argentina.


Bibliografía regurgitada: 

Piglia, Ricardo. Las tres vanguardias. Primera clase.

Retamoso, Roberto. Roberto Arlt: un cronista infatigable de la ciudad.

Sarlo, Beatríz. Una modernidad perisférica.

Wechsler, Diana. Buenos Aires: la invención de una metrópolis cultural. 

Entrevista de Cerati: Gustavo Cerati sobre Cromañon 2005 en https://youtu.be/3fL8o-CarcM


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